Mejorar la calidad de vida, estar en contacto con la naturaleza, vivir más tranquilos y seguros, que los chicos puedan volver a jugar en la calle, son algunas de las razones por los cuales cada vez más habitantes de la ciudad deciden comprar o alquilar una casa dentro de un barrio cerrado.
Al inicio de este fenómeno la gente que emigraba hacia las afueras buscaba construir una pertenencia; un espacio identitario, de iguales, de homogeneidad social en contraposición con lo que es vivir en la ciudad, pero aparecía en ellos el tema de la calidad de vida, el contacto con la naturaleza, de compartir valores e intereses.
Hoy, esta tendencia de mudarse a barrios cerrados sigue estable. Por lo general, la gente que ya vive en barrio cerrado es muy difícil que vuelva a vivir en barrio abierto, por lo que planean sus mudanzas, se agrandan y se achican dentro del mismo barrio o barrios similares.
¿Qué ventajas ofrece este tipo de vida?
Dentro del ámbito acotado de la urbanización, se recupera para los chicos lo que uno pudo disfrutar al crecer, que es la apropiación de la calle. Es cierto que esto es un ámbito muy pequeño y cerrado, pero los chicos pueden salir a andar en bicicleta, o salir solos para ir a buscar a los amigos. Para los adultos, esta vida ofrece cierta seguridad, cierta tranquilidad de que su familia está cuidada mientras uno no está en la casa. Ofrece también un círculo de vecinos con los que uno se puede relacionar.